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T-Kid 170 Back to the roots

18.04.2024

T-Kid170 es una leyenda viviente, referencia absoluta de la cultura graffitera. Criado en el Bronx, ha creado con sus compañeros del taller de pintura una auténtica forma de vida marcada por la acción y la creación.

Empieza poniendo su seudónimo en una pared del barrio, luego un fresco de un metro y después… ¡suerte y deseo! Y puede así abstraerse de todo el mundo para dar rienda suelta a su pasión. T-Kid habla por sí solo: 45 años de burners, wholecars, graffitis, frescos, murales…

T-Kid170 en Instagram: instagram.com/tkid170/

¿Cómo fue crecer en el Bronx como writer?

Bueno, el problema no era crecer como writer, sino que me pegaba todo el día en la calle. Y en el Bronx de los 70 hubo muchos problemas y pandillas.

De joven, hacía acrobacias en los columpios del parque que había al lado de mi casa y gané una batalla contra otro chaval. A partir de entonces los mayores me apodaron King, por King of the Swings [el rey del columpio]. Un día tagueé King 13 en una pared frente al parque y los tíos de la pandilla del barrio vinieron a decirme: «Chaval, tienes que ser de la panda para taguear en nuestro territorio » Yo, ¡ni sabía que era “su territorio”! Me dijeron que habían visto mis acrobacias en el columpio y que les había molado, así que no me iban a joder.

Luego, con 13 años, empecé a escribir King13 en 1973. Mantuve este nombre durante un tiempo y luego dejé la pandilla. Escribí Sen102 en Spanish Harlem, con los Renegades of Harlem, con Smokey, Dimond Dave y Danco. Y con Sly108 de los Savage Sumari montamos varios actos vandálicos.

Me quedé con los Renegades durante dos años, pero en 1977 me dispararon y fue entonces cuando decidí dejar las pandillas para siempre. Me flipaban los grafitis, así que tomé el nombre de T-Kid para empezar de cero. Me llamaban Big T porque era grande y fuerte, así que guardé la T. Y Kid porque solía ser el más joven de las bandas. Así que T-Kid. Y luego el 170 por la calle donde vivía.

El graffiti me permitió dejar la calle. Me gustaba pintar en los túneles y enseguida me volví bueno grafiteando. Hice infinidad de burners y utilicé varios nombres: Dr.Bad, Wake5, Bro2, pero la gente siempre se quedaba con T-Kid. Por aquel entonces, en mi crew TNB [The Nasty Boys] estaban Peser, Mike-Dust, Joker-1, Rase, que también era Cooper, La Rock…

En 1980, decidí tomarme un descanso, entre otras cosas porque había mucha violencia. Paré durante un año y, cuando vi que el graffiti volvía a entrar en las galerías de arte, me motivé. Me invitaron a pintar en el Sam Esses Studio con Dondi, Zephyr, Futura, S-E 3 aka Sweet Eric aka Haze, Revolt, Ne aka Min-1, Case 2, Cos-207… ¡Lo mejor de lo mejor! ¡Increíble! Se trataba de la primera colección de graffiti y fue muy completa.

Luego participé en un programa llamado No More Trains, donde trabajé con jóvenes que habían sido arrestados cuando pintaban vagones de metro. Les mandé hacer una especie de trabajo comunitario. Krylon y otras grandes empresas me pagaron para limpiar las bocas de metro de la calle 14. Y además me pagaron por pintar paredes.

Así que a eso me dediqué durante un tiempo, pero el graffiti me enganchó de nuevo y volví a las andadas… ¡a pintar metros! Del 82 al 85, ¡estaba arrasando! También hice cientos de nasty burners y es ahí donde afirmé mi estilo. En Internet está todo y también en mi película.

Tuve suerte de que Henry Chalfant, coautor junto con Martha Cooper del libro Subway Art, siguiera mi trabajo y lo fotografiara. Así me di a conocer en Inglaterra, en particular el grafiti que pinté a mi padre cuando le dio el ataque al corazón. Luego me pidieron que fuera a Londres para pintar una pared para la marca de cintas de audio TDK y eso me abrió las puertas de Europa. Desde entonces, vuelvo siempre que puedo [sonríe].

Y, en cuanto a los graffiti, ¿hubo competencia con los otros barrios?

¡Buahhhh! ¡Eso siempre! Por eso el graffiti se ha vuelto tan conocido y popular. Porque es un arte que habla a todo el mundo, porque es comunicación. Cuando hacía un T-Kid en un metro en Ghost Yard [lugar mítico para los graffiteros, un almacén de metros], no sabíamos nunca dónde iba a ir: a Queens, a Manhattan… ¡o a Brooklyn! Y entonces mi colega Sonic lo veía pasar y no podía evitarlo, tenía que taguear él también su metro. Cuando un Sonic llegaba al Bronx me picaba un huevo y volvía a la carga.

Puedes hacer personajes, letras originales… pero con el graffiti pones tu nombre en los trenes. Y tiene que moverse, que tu nombre circule de un sitio a otro. Estaban todos en este delirio: Dondi, Lee, buahhh, sí, Lee era el mejor, ¡el puto amo! Todo el mundo habla de Dondi, y es verdad, era bueno, pero lo petó en realidad por las fotos de Martha Cooper. Para mí, sin duda, uno de los mejores era Lee, ¡Fabulous Five Lee! y no ¡Fab Five Freddy!

«A Nueva York le gusta el graffiti,
es parte de la cultura de la ciudad»

Ese es el protagonista de la película Wild Style, ¿verdad?

¡Exacto! El mismo. Nadie sabía que escribía, era muy discreto. Por cierto, es curioso: Charlie Aheam, el director de la película, puso el nombre de Wild Style porque tipos como Zephyr tenían un cierto estilo y se decía que era “wild style” [estilo salvaje]. Pero es mentira.

Wild Style era la crew de Stacy168, uno de los maestros grafiteros, y también de Jimmy-Hahah, Bac, Chi-Chi 133… Y me acuerdo de cuando Zephyr me pidió que me uniera a la crew, que Tracy me dijo: «¿Tienes pistola? » Y yo respondí: «No», y entonces él dijo: «¡Pues que te den! ». ¡Así era Tracy!

Para quienes no conocen el graffiti ni sus técnicas, ¿puedes explicar qué es un burner, un wholecar…?

Aahhhh… un burner es un estilo, un estilo complicado con letras entrelazadas, conectadas, y luego está el estilo mecánico, robótico, orgánico, burbuja. Se produce un juego de colores que cuando el metro se mueve parece que arde y por eso se llama burner [quemador]. Y cuando el metro llega al andén, a pleno sol, ¡explota, irradia!

Un wholecar se cuando se pinta un vagón entero, de arriba abajo, de principio a fin. Luego el window down es cuando pintas por debajo de las ventanas y hay diferentes tipos, como el end to end, es decir, pintar de extremo a extremo del vagón. También se puede hacer one panel y en la parte superior poner un throw-up o taguearlo.

Y, dime, ¿los mayores enseñaban el arte del graffiti a los más jóvenes?

Tracy168 me enseñó a mí y antes que él, Padre Dos, cuyo verdadero nombre era Jesús Cruz, que en paz descanse. Él me enseñó a pintar y sus referencias fueron Tracy y, en particular, Phase2, que es el padrino del grafiti y quien inventó todos los estilos, desde el burbuja hasta el mecánico, ¡una auténtica leyenda! Padre Dos lo aprendió todo de él, mirando cómo trabajaba, y me explicó cómo dibujar letras, dónde poner flechas y, sobre todo, cómo combinarlas.

Cuando conocí a Tracy en el 77, me dijo que tenía bastante estilo y que sería bueno si continuaba, que veía algo en mí. Me enseñó sobre todo a usar los sprays, la composición y el valor comercial del grafiti. Ellos fueron mis maestros. Padre, mi mentor.

¿Los sprays fueron tu primera herramienta para pintar?

No, los marcadores: Pilot, Uni, Mini, Uni wide… Luego empecé a usar los sprays y mis favoritos eran los Red-Devil… el crema… me gustaban mucho. Krylon ofrecía muchos colores, pero no era la mejor pintura, no se superponía bien, había que pasar antes una capa de blanco. También estaba Rustoleum, que no era fácil de encontrar y funcionaban bien con fat caps Gefen de trazo ancho. Por aquel entonces no se vendían caps: skinny, super skinny, phat… ¡tuvimos que inventarlo todo!

Cuando hablas del metro, ¡siempre te emocionas!

Pues sí, claro… Lo mamé de siempre, es mi cultura. Para mí no hay nada más satisfactorio en la vida que pintar uno. Hice el graffiti Breakdance, cuando el vagón llegó a la estación 96 en la línea 2. Estábamos en el andén, a tope de gente y todos aplaudieron. ¡Fue increíble! ¡Lo juro! A Nueva York le gusta el graffiti,es parte de la cultura de la ciudad.

Bueno, y cambiando un poco de tema, ¿cómo acabas haciendo talleres en Villiers-le-Bel en el 95?

Pues estaba pintando en las empalizadas de la Place de Châtelet y una maestra pasó con su clase. Los niños querían pintar y les di algunos consejos. Entonces la maestra me pidió que fuera a su clase para enseñarles mejor. A los niños les encanta el graffiti y el arte callejero y quieren expresarse, dar rienda suelta a su imaginación… Y la verdad es que no es fácil porque en Villiers-le-Bel hay muchos problemas.

Pero es donde viven y si no salen nunca de ahí pueden acabar mal. Así que les dejé caer: «Si te gusta pintar o bailar, siempre puedes hacerlo en otro sitio y volver aquí de vez en cuando ». Hay que darles un empujoncito en la buena dirección.

 «Llevábamos  siempre  una  cámara  encima.  Así  que  cuando  salíamos  a  pintar  lo  grabábamos,  ¡así  de  simple!» 

Tienes una relación especial con Francia…

¡Adoro Francia! El primer graffitero francés que conocí a finales de los 80, en el Roxy’s, fue Bando… Luego conocí a Mist cuando vino a Nueva York. Y en los 90 conocí la Mac crew: Kongo, Colorz y los demás. Me invitaron a venir a París para el festival Kosmopolite y luego conocí a Fafi y a la crew de Toulouse. Francia es mi segundo hogar.

Y cuando vienes a París te alojas en casa de Wuze, ¿no? ¿Cómo lo conociste?

¡Ah, sí! Nos presentó un amigo común: Yann Lazoo. Vi su talento, es muy bueno, y además sabe utilizar software de diseño gráfico, algo fundamental hoy. Él dio el primer paso, nos hicimos amigos y la verdad es que es genial estar en casa de alguien y descubrir la ciudad con él.

Luego me dio a conocer los Posca, una gran suerte para mí, porque no es fácil de encontrarlos en Nueva York. Me encanta usarlos sobre lienzo o para dibujar estos trenes [vagones en 3D sobre los que pinta y que se exhibirán en la Next Street Gallery].

También hay un documental sobre ti, The nasty terrible T-Kid, ¿cómo se hizo?

En 2005 publiqué el libro del mismo nombre y en una sesión de firmas en California conocí a un tipo llamado Carly, de la productora Love Machine Films. Me entrevistó y como hubo feeling pensamos «¿Por qué no hacer una película juntos?». Tenía bastantes fotos de mis años de grafitero, así que resultó fácil. ¡Y es una pasada ver tu trabajo en la pantalla! ¿No te parece?

Para mí es interesante porque en los Estados Unidos las culturas emergentes están muy bien documentadas, hay muchos archivos… Tengo un montón de vídeos y cintas…

¡Menos mal que mi ex mujer no lo tiró! Llevábamos siempre una cámara encima. Así que cuando salíamos a pintar lo grabábamos, ¡así de simple! Ni sabíamos qué haríamos con todo ese material.

También hay coleccionistas que ayudan a conservar las obras. Hay varios que siguen mi trabajo, y así puedo organizar y clasificar mis lienzos. Son gente muy dispar. De hecho, un trader de la Bolsa de Wall Street me ha presentado a responsables de los hoteles Radison que quieren que pinte sus vestíbulos. ¡Y claro que voy a hacerlo!

De joven era muy hardcore, pero ahora quiero que me paguen por lo que pinto, ¡formo parte de la historia! Si Donald Trump quiere una pintura, ¡pues que pague! Incluso estoy listo para pintar el famoso muro que quiere construir entre México y los EE. UU. Y escribiré ¡WELCOME! ¡Bienvenidos!

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